La consagración
La consagración
Al ser admitida y llevar
adelante todas las etapas en la formación, llega el momento del “Sí” al Señor a
través de la Consagración en la Vida Religiosa. Este es un elemento
indispensable, así como la profesión de los Consejos Evangélicos. ¿Qué son cada
uno de ellos?
“La vida consagrada
tiene su raíz en el Bautismo, renovada en la Confirmación siguiendo la vida y
ejemplo de Cristo, el Señor, por tanto, es un don precioso de Dios Padre a su
Iglesia por medio del Espíritu Santo”, (Vita Consecrata n.3) por lo que la vida
consagrada está configurada actualmente
como una forma de vida estable (cfr. CIC Can. 574)
Estar
consagrados a Dios se basa en la profesión de los consejos evangélicos
–castidad, pobreza y obediencia- porque estos son la expresión de la
donación de la persona a Dios, en un amor esponsal.
La consagración
resalta a tres protagonistas:
v Dios: El llama y da sus dones para responder a la llamada
v Persona: promesas de su donación a Dios, a través de los consejos evangélicos.
v Iglesia: Reconoce regula este estilo de vida.
Los Consejos Evangélicos no son sólo para los religiosos ya que todo fiel
cristiano, según su condición de vida y vocación elegida, ha de vivirlos. Más
quien opta por la consagración y entrega total de su vida a Dios, en un
Instituto de vida Religiosa, se compromete a vivir la castidad, pobreza y
obediencia, como manifestaciones de la radicalidad de vida cristiana, aunque
esto no la convierte automáticamente, en una persona consagrada, ya que vivir
radicalmente el Evangelio es una exigencia fundamental e irrenunciable que
brota de la llamada de Cristo a seguirlo e imitarlo en virtud de íntima
comunión de vida con él y realizada con el Espíritu Santo.
La profesión de los Consejos Evangélicos es
propio de los consagrados, mientras que vivirlos les corresponde a todo fiel
cristiano, con la conciencia de que
estos son múltiple.
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